lunes, 17 de mayo de 2010

Vivencia de mi primer clase (después de enseñar)

Después de haber estada todo el fin de semana preparando las actividades para los chicos, llegó el lunes 14 de Septiembre. Estuve toda la mañana bastante tranquila, ensayé el cuento varias veces y me aseguré de que no me falte nada para que todo salga bien.
Llegué al establecimiento con mis láminas y fotocopias, me reuní con el profesor y con mis compañeros, y estuve con ellos hasta las 15:00 hs. Luego pedí permiso a la maestra para comenzar a pegar los afiches en el pizarrón del aula para ganar tiempo y ahí comenzaron mis nervios, sentía que no me iba a salir la voz, que los chicos no iban a escucharme y me sentí con mucho miedo, pero había trabajado mucho preparando esta clase y eso me tranquilizaba.
Los chicos ingresaron al aula a las 15:25 hs después de tener educación física, por lo tanto no estaban nada tranquilos, corrían, salían al baño, etc. Sin embargo se mostraron contentos cuando me vieron y enseguida me demostraron afecto, eso me tranquilizó aún más.
Ayudé a la maestra a ponerles los guardapolvos y de a poco se fueron sentando y tranquilizando, la maestra les explicó que yo les iba a dar una clase y ahí quedé yo parada frente al curso con todos esos ojitos mirándome…
Les pregunté si les gustaban los cuentos a lo que la mayoría respondió que sí, les pedí silencio y comencé a leer, al principio muy nerviosa y luego me fui soltando hasta que las palabras salían solas y a veces agregaba cosas al cuento para hacerlo más expresivo. Me sentí muy bien porque los chicos estuvieron callados mientras leía (aunque después mi compañera me dijo que varios estaban distraídos).
Cuando terminé el cuento hice preguntas y los chicos respondían con claridad, eso me dio la pauta que habían escuchado y entendido el cuento.
Mi estrategia de hacer la clase básicamente oral, mientras estaba en el aula, no me pareció la mejor, ya que los chicos, al ser tan chiquitos, no respetan las normas de escucharse, hablar de a uno, permanecer sentados y en silencio. Sin embargo pidiendo orden reiteradas veces pude seguir adelante sin dificultad.
Al comenzar con la segunda actividad sentí que la clase se me fue de las manos, en el momento que pregunté ¿Quién quiere pasar al pizarrón a pegar esta imagen? quise hacer una clase participativa pero los chicos gritaban todos juntos, querían pasar todos al mismo tiempo y al que no elegía para pasar se enojaba, ese no fue un buen momento, perdí mucho tiempo tratando de poner orden pero se hacía bastante dificultoso. Por un lado estaba contenta de que todos quieran participar porque la actividad les resultó atractiva y además no mostraban dificultad al hacerla, pero el aula era un griterío, y opté por decir que el que no se sentaba y estaba callado no iba a pasar al pizarrón. De ese modo logré que se sienten, pero quedaban algunos chicos bastante inquietos que seguían parados y conversando con los compañeros. La maestra del grado estaba sentada en un banco del fondo haciendo mi observación y en ningún momento intervino para calmar a los chicos, quizás eso los hubiese calmado un poco más.
Otro de los inconvenientes que tuve fue que preparé una clase de 40 minutos y la docente me hizo quedar hasta el final del día, es decir, de 25:25 a 16:55. Antes de entrar al aula algo me decía que me iba a sobrar tiempo y había preparado rápido una actividad que los alumnos tenían en el manual que utilizan. Cuando llegó ese momento en que no tenía más actividades que hacer y el reloj parece haberse detenido les hice completar esa actividad del libro que había leído previamente, pero que no había incluido en mi planificación. Se trataba de completar carteles con nombres de cosas que encontramos en el campo, los chicos lo hicieron genial y decían: “Esto es un molino como el de la foto de la lámina”.
De este modo fue que sin darme cuenta estuve frente a estos niños 80 minutos, pero más allá de eso logré dar mi clase y que los chicos realicen todas las actividades que me propuse correctamente. En todo momento los chicos mostraron interés y luego la maestra me hizo una muy buena devolución por lo tanto me fui contenta y más tranquila.
Estando en mi casa, luego de haber dado la clase pensé que para la próxima tendría que pensar en algo para mantener el orden.
Fue una experiencia muy gratificante y me siento muy conforme porque sé que di lo mejor de mí y sé que tengo mucho por mejorar y por aprender todavía, por lo tanto si esta fue mi primer clase, se que las próximas serán mejores y lo que me deja más tranquila es el entusiasmo que pongo en lo que estoy haciendo y en lo convencida que estoy de que es esto lo que quiero para mi vida.

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