jueves, 13 de octubre de 2011

Reflexión sobre la primer etapa de residencia...

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lunes, 17 de mayo de 2010

Relato de mi primera experiencia en el aula como observador participante (2010)

Llegamos a la Escula N° 18 de Sarandí a las 12:50 hs, tanto mis compañeras como yo estábamos contentas, ansiosas y nerviosas a la vez por conocer a los chicos que en una primera instancia observaremos y ayudaremos y luego serán quienes participen de nuetsras clases la primer parte del cuatrimestre.
A mi compañera Gabriela y a mi, nos tocó el 2do año "C" con la señorita Ramona Vera.
La profesora Susana Munilla nos presentó a la Directora del establecimiento y nos hizo firmar el cuaderno de asistencia, luego nos dirigimos al salón asignado, la Directora nos presentó a la docente del aula, desde un primer momento se mostró entusiasmada con nosotras, nos contó a grandes rasgos como es el grupo y nos ofreció su colaboración para lo que necesitemos.
Cuando entramos al aula los chicos estaban bastante tranquilos, pero enseguida les llamó la atención nuestra presencia y comenzaron a pararse con cualquier excusa.
La maestra nos presentó al grupo como futuras maestras y los chicos enseguida nos hicieron partícipes de la clase, haciéndonos preguntas, pidiéndonos ayuda, etc.
Como es el día del animal, los chicos tenían la propuesta de dibujar a su mascota y poner los cuidados que necesita.
Notamos que varios alumnos no saben leer ni escribir, otros sabenpero molestan a los compañeros y otros se esfuerzan por cumplir con lo solicitado por la docente.
Los recreos son cada menos diez y son caóticos, los chicos corren, gritan, se empujan y pegan, las docentes se esfuerzan por mantener el orden pero es casi imposible. Otros chicos, sin embargo (en especial las nenas) solicitan juegos de mesa a la bibliotecaria y juegan tranquilos en el piso.
Una vez que toca el tiembre, los alumnos buscan a sus maestras desesperadamente y forman antes de ingresar al aula, de cualquier modo, siguen los empujones, las corridas y los gritos y una vez en el aula a los alumnos les cuesta mucho volver a ordenarse.
Al retirarnos con mi compañera reflexionamos mucho sobre esta primer experiencia...

Vivencia de mi primer clase (después de enseñar)

Después de haber estada todo el fin de semana preparando las actividades para los chicos, llegó el lunes 14 de Septiembre. Estuve toda la mañana bastante tranquila, ensayé el cuento varias veces y me aseguré de que no me falte nada para que todo salga bien.
Llegué al establecimiento con mis láminas y fotocopias, me reuní con el profesor y con mis compañeros, y estuve con ellos hasta las 15:00 hs. Luego pedí permiso a la maestra para comenzar a pegar los afiches en el pizarrón del aula para ganar tiempo y ahí comenzaron mis nervios, sentía que no me iba a salir la voz, que los chicos no iban a escucharme y me sentí con mucho miedo, pero había trabajado mucho preparando esta clase y eso me tranquilizaba.
Los chicos ingresaron al aula a las 15:25 hs después de tener educación física, por lo tanto no estaban nada tranquilos, corrían, salían al baño, etc. Sin embargo se mostraron contentos cuando me vieron y enseguida me demostraron afecto, eso me tranquilizó aún más.
Ayudé a la maestra a ponerles los guardapolvos y de a poco se fueron sentando y tranquilizando, la maestra les explicó que yo les iba a dar una clase y ahí quedé yo parada frente al curso con todos esos ojitos mirándome…
Les pregunté si les gustaban los cuentos a lo que la mayoría respondió que sí, les pedí silencio y comencé a leer, al principio muy nerviosa y luego me fui soltando hasta que las palabras salían solas y a veces agregaba cosas al cuento para hacerlo más expresivo. Me sentí muy bien porque los chicos estuvieron callados mientras leía (aunque después mi compañera me dijo que varios estaban distraídos).
Cuando terminé el cuento hice preguntas y los chicos respondían con claridad, eso me dio la pauta que habían escuchado y entendido el cuento.
Mi estrategia de hacer la clase básicamente oral, mientras estaba en el aula, no me pareció la mejor, ya que los chicos, al ser tan chiquitos, no respetan las normas de escucharse, hablar de a uno, permanecer sentados y en silencio. Sin embargo pidiendo orden reiteradas veces pude seguir adelante sin dificultad.
Al comenzar con la segunda actividad sentí que la clase se me fue de las manos, en el momento que pregunté ¿Quién quiere pasar al pizarrón a pegar esta imagen? quise hacer una clase participativa pero los chicos gritaban todos juntos, querían pasar todos al mismo tiempo y al que no elegía para pasar se enojaba, ese no fue un buen momento, perdí mucho tiempo tratando de poner orden pero se hacía bastante dificultoso. Por un lado estaba contenta de que todos quieran participar porque la actividad les resultó atractiva y además no mostraban dificultad al hacerla, pero el aula era un griterío, y opté por decir que el que no se sentaba y estaba callado no iba a pasar al pizarrón. De ese modo logré que se sienten, pero quedaban algunos chicos bastante inquietos que seguían parados y conversando con los compañeros. La maestra del grado estaba sentada en un banco del fondo haciendo mi observación y en ningún momento intervino para calmar a los chicos, quizás eso los hubiese calmado un poco más.
Otro de los inconvenientes que tuve fue que preparé una clase de 40 minutos y la docente me hizo quedar hasta el final del día, es decir, de 25:25 a 16:55. Antes de entrar al aula algo me decía que me iba a sobrar tiempo y había preparado rápido una actividad que los alumnos tenían en el manual que utilizan. Cuando llegó ese momento en que no tenía más actividades que hacer y el reloj parece haberse detenido les hice completar esa actividad del libro que había leído previamente, pero que no había incluido en mi planificación. Se trataba de completar carteles con nombres de cosas que encontramos en el campo, los chicos lo hicieron genial y decían: “Esto es un molino como el de la foto de la lámina”.
De este modo fue que sin darme cuenta estuve frente a estos niños 80 minutos, pero más allá de eso logré dar mi clase y que los chicos realicen todas las actividades que me propuse correctamente. En todo momento los chicos mostraron interés y luego la maestra me hizo una muy buena devolución por lo tanto me fui contenta y más tranquila.
Estando en mi casa, luego de haber dado la clase pensé que para la próxima tendría que pensar en algo para mantener el orden.
Fue una experiencia muy gratificante y me siento muy conforme porque sé que di lo mejor de mí y sé que tengo mucho por mejorar y por aprender todavía, por lo tanto si esta fue mi primer clase, se que las próximas serán mejores y lo que me deja más tranquila es el entusiasmo que pongo en lo que estoy haciendo y en lo convencida que estoy de que es esto lo que quiero para mi vida.

Reflexión de mi primera clase (antes de enseñar)

El día lunes 10 de Agosto, luego del extenso receso escolar, el profesor Horacio Suárez nos da la excelente noticia que podremos dar nuestras primeras clases este año. Nos consulta si nos gustaría, si nos sentíamos preparados y todos quisimos dar este gran paso, más allá de los temores y las dudas que todos teníamos.
Para esto debíamos aprender a “planificar” y comenzamos a abordar la bibliografía a fin de producir nuestras primeras planificaciones.
Ese mismo día fui con mi compañera Mónica a ver a la maestra de primer grado (en el mismo curso en el que realizamos nuestras observaciones el cuatrimestre anterior) para preguntarle si tenía algún inconveniente en que nosotras demos alguna clase para sus alumnos. La maestra se mostró conforme y enseguida nos buscó un tema a cada una. En mi caso me tocó “Campo y ciudad” del área de ciencias sociales. Me sentí contenta con el tema, y enseguida empecé a buscar ideas para mi primera clase.
Cuando llegué a mi casa ese día le comenté a mi marido el tema que me había tocado, y justo él que vivió toda su vida en el campo me dijo:”Acá hay un montón de fotos del campo que podes llevar para que los chicos vean y comparen con la ciudad”. Desde ese momento me quedé con la idea de que las fotos serían un buen recurso didáctico para que los chicos puedan hacer comparaciones y algunos hasta conocer un lugar para ellos lejano.
Estaba muy entusiasmada y comprometida, si bien era mi primera experiencia quería que todo salga lo mejor posible. Le conté a todo el mundo esto que para mí era tan importante como ponerme al frente de un curso aunque sean simplemente 40 minutos. Me sentí muy apoyada por mis amigos, familiares y compañeras del profesorado quienes siempre me alentaron.
Al otro día (martes) le comenté a mi profesora de Sociales (Savino, a quien tenemos desde el año pasado y por lo tanto tenemos una relación de más confianza) el tema que tendría que dar, ella se entusiasmó mucho, me dio mucho aliento y me sugirió algunas ideas cuando le comenté que utilizaría fotos para realizar comparaciones, me dijo que debía elegir muy bien las imágenes y utilizar una como lo contrario a la otra, por ejemplo un ambiente natural, con árboles, animales, etc. frente a una imagen llena de edificios y aspectos culturales. Me sugirió marcar la diferencia entre lo natural y lo cultural y también la diferencia de colores, como en la ciudad prevalece el gris del asfalto y en el campo el verde del pasto o el marrón de la tierra. Además al ser chicos chiquitos las imágenes les llaman mucho la atención.
Me encontraba en mi casa junto con la bibliografía que nos dio el profesor, los ejemplos de planificaciones que vimos en clase (que luego recibimos por mail), la bibliografía específica que encontré en algunos manuales de primer grado y todo el torbellino de ideas que ahora debía ordenar en mi planificación. Al principio me costó arrancar, pensaba que hacer al principio para llamar la atención de los chicos y recordé que en las observaciones que había hecho del grado los alumnos se mostraban encantados con los cuentos, entonces fui a una biblioteca de cuentos infantiles que tengo en mi casa y conservo desde que soy pequeña a buscar el cuento “Ratón de campo, ratón de ciudad” fui directo a ese cuento, que no sé porqué recordé que tenía.
Estaba fascinada con el cuento que había encontrado, lo tipié en la computadora y comencé a agregarle datos de manera que pueda describir mejor los lugares, para que los chicos pudieran comprenderlo mejor. Una vez que tuve el cuento adaptado se lo llevé a la maestra del grado para que me dé su opinión y quedé más contenta que antes ya que me dijo que era una estrategia excelente para comenzar y que además a los chicos les gustaban mucho los cuentos y siempre se enganchan con ese tipo de actividades. Si bien el cuento tuve que adaptarlo para describir mejor los espacios, me resultó de gran ayuda para imaginar las actividades siguientes utilizándolo como referencia.
Busqué en mi libro las imágenes de los ratones y las amplié poniéndoles sus respectivos nombres, comencé a imaginarme otras actividades que tengan a los ratones como protagonistas, es decir basar el resto de la clase en el cuento leído.
Comencé a buscar imágenes del campo y de la ciudad, pensando en preguntarles a los chicos que me digan viendo esas imágenes donde viviría cada ratón, luego se me ocurrió hacer láminas, para que los chicos pudieran pasar al pizarrón a pegar las imágenes que llevaría.
Ya tenía una idea de cómo sería mi clase pero aún me faltaba organizarla para realizar el Plan de Clases tal como lo habíamos visto en clase, actividad que dejaría para el fin de semana.
El día viernes, llevé mi cuento adaptado al profesorado para mostrárselo a la profesora de Lengua (Tarzibachi), en realidad no sé porque se lo quise mostrar, creí que le gustaría, ella me dijo:”¿Te toca dar fábula?” Le contesté que no, que había elegido ese cuento para la iniciación de mi clase de Sociales “Campo y ciudad” y me respondió que los cuentos no se utilizan para cualquier cosa, que no es bueno utilizar un cuento para una clase de Sociales, los cuentos se usan para lengua nada más. Este comentario (que sé que fue bien intencionado de parte de mi profesora) me generó incertidumbre y ganas de cambiar la planificación, pero luego pensé que tanto la maestra del grado como mi profesor de práctica me habían elogiado ese recurso didáctico, por lo que me pareció pertinente no realizar ninguna modificación. Además yo me sentía cómoda y contenta empezando así la clase y por lo tanto seguí adelante con mis ideas,
El fin de semana, cuando comencé a armar mi planificación, me di cuenta que solo había pensado en las actividades, antes de pensar en los objetivos, en el modelo de aprendizaje, en el modo de aprendizaje, etc. Entonces tomando mis ideas de las actividades que quería que los chicos realicen me pregunté: ¿Qué quiero que aprendan los chicos realizando estas actividades? Y allí comencé a formular los objetivos: Que el alumno reconozca las características del campo y la cuidad, establezca comparaciones entre el campo y la ciudad, pueda reconocer las diferencias que existen entre los espacios rurales y los urbanos, teniendo en cuenta además los distintos modos de vida de sus habitantes.
Luego pensé que para llegar a este tipo de conocimiento sería más apropiado que los chicos tengan una alta participación y por eso, luego de leer la bibliografía que nos dio el profesor decidí que el modelo de enseñanza sería ecológico de análisis del aula y, los alumnos, al relacionar el campo con los saberes que ya poseen de la ciudad podrán llegar a un tipo de aprendizaje significativo, ya que utilizarán sus conocimientos previos.
Una vez definidos estos aspectos de la clase comencé por los contenidos, pero me resultó más fácil programar bien las actividades para luego pensar que contenidos conceptuales, procedimentales y actitudinales se desarrollarían en cada una.
De este modo, completé mi actividad de iniciación con una serie de preguntas respecto al cuento: -¿Por qué piensan que Manuel era tan feliz en el campo aunque no tuviera todo lo que tenía su primo en la ciudad?
- ¿Porqué piensan que para Alex la vida de campo era tan aburrida?
- ¿Porqué el ratón de campo estaba tan asustado cuando llegó a la ciudad?
- Nosotros, ¿vivimos en el campo o en la ciudad?
- ¿Alguien fue alguna vez al campo? ¿Cómo es? ¿Cómo se lo imaginan?
Con esta primera actividad formule contenidos como: Identificación de las características del campo y la ciudad, de acuerdo a la lectura del cuento “Ratón de campo, ratón de ciudad”. Escucha atenta del cuento “Ratón de campo, ratón de ciudad”. Diálogo entre el maestro y los estudiantes sobre el tema.
Luego de encontrar las imágenes que consideré apropiadas para describir los distintos espacios, comencé a hacer dos láminas, una que decía CAMPO y la otra CIUDAD, estas láminas quedarían vacías (solo con el título) para que los chicos puedan pasar al pizarrón a pegar las imágenes donde corresponda. Una vez que terminé esa actividad definí los contenidos que se trabajarían en la misma: Clasificación de distintos elementos característicos de cada espacio para confeccionar láminas con sus respectivos carteles (Campo- Ciudad). Participación de los estudiantes. Respeto al compañero que pasa al frente.
Después pensé que una vez que tenga las láminas confeccionadas pediría a los alumnos realizar una comparación de las mismas haciendo preguntas. Pensé que trabajar de manera oral sería una manera de escuchar a los alumnos sobre sus ideas previas del tema y además me permitiría trabajar el contenido mucho mejor, por eso se me ocurrió la formulación de preguntas generadoras de respuestas abiertas para que puedan entre todos llegar al conocimiento esperado.
Finalmente se me ocurrió traer nuevamente a los ratones a escena y hacerle preguntas a los chicos del tipo: ¿Qué ratón puede ir al cine?
¿Qué ratón puede andar a caballo? ¿Qué ratón puede comprar un alfajor en el quiosco? ¿Qué ratón puede tomar un jugo en un bar? De este modo identificarían las actividades que pueden realizarse en uno y otro espacio. Así, con cada actividad pensaba los contenidos que desarrollaría, y la actividad de pensamiento que el alumno pondría en juego para la realización de cada una. Es decir, no determiné las actividades del pensamiento y luego busqué la actividad sino que primero desarrollé la actividad y luego pensé que actividad de pensamiento desarrollaría el alumno durante la realización de la misma, y lo mismo hice con los contenidos.
Al mismo tiempo, a medida que terminaba una actividad definía la submeta para pasar a la siguiente.
Una vez que tuve todo esto organizado me dediqué a establecer las relaciones entre el modelo de enseñanza, el tipo de aprendizaje, los contenidos, los objetivos y las operaciones de pensamiento, esto fue lo que más me costó desde un principio pero con la clase terminada era más fácil encontrar una relación armoniosa entre todos estos puntos.
Mientras iba organizando mi clase la imaginaba, me hacía preguntas que probablemente me iban a hacer los chicos, ensayaba la lectura del cuento, di mi clase a uno de mis alumnos particulares para calcular la distribución del tiempo, etc.
En la semana del 7 de Septiembre le mostré mi planificación terminada a la docente (previamente perfeccionada con la ayuda del profesor a través de nuestro grupo yahoo) y ella quedó muy a gusto con la misma. Solo me quedaba una semana para el gran día…